Una Semana Santa muy dulce

Durante los días de descanso de Semana Santa, los niveles de azúcar presentes en nuestro cuerpo subieron como la espuma, y es que no hay celebración sin alguna tradición gastronómica asociada, y en este caso, las "llambionadas" no dejaron de estar presentes en nuestra mesa.

En muchos sitios triunfan los huesos de santo o las torrijas, pero en nuestra casa, los dos protagonistas en estas fiestas son las marañuelas y el bollo de pascua.

Las marañuelas son una especie de pan dulce, cuya masa se deja fermentar y luego se hornea. En casa de mi madre siempre se amasa el miércoles Santo para dejar reposar la masa al calor durante toda la noche y así darles forma y hornear al día siguiente. Siempre esa una odisea, ya que si había alguna corriente de aire, algún cambio de temperatura o no tenía el suficiente calor, la fermentación no se completaba, no subía la masa y se quedaban duras como piedras... Pero eso ya es casi prehistoria, desde hace unos años ya nos salen de rechupete jijiji



El otro protagonista es el bollo de pascua, el regalo que le hacen los padrinos a sus ahijados por el lunes de Pascua. Este peculiar bollo es muy típico de la zona de Avilés y es un bizcocho o mantecado con una forma muy peculiar y de varios pisos. 


Hay muchas recetas de este bollo, podéis encontrarla en el bolg de La Cucharina Mágica o Sildan, mejor explicadas y con fotos del paso a paso.

Los padrinos y madrinas suelen dar el bollo hasta que sus ahijados se casan, y debo de decir, que en nuestra casa nunca faltaron los bollos, y eso que nos hicimos de rogar, y eso tiene su mérito ¡treinta y pico años son muchos! 

Bollos de Pascua elaborados por Yolanda Méndez, con glaseado tradicional (azucar glas y agua) y bañados en chocolate, una variación deliciosa....

Tanto las marañuelas como el bollo tienen una tradición que viene desde el siglo XVII, cuando los barcos hacían la Ruta de las Américas, llevando los marineros un pan dulce, que se conservaba durante más tiempo y no se enmohecía, por lo que lo hacía ideal para las largas travesías. Este pan primitivo evolucionó hasta lo que hoy conocemos.

Como veis, las tradiciones familiares son muy prestosas, porque suelen ser la excusa para juntarte con los tuyos, pasar una tarde juntos y encima endulzarnos la vida. Y ahora, nos toca a nosotros seguir con ellas.

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